Este es el escudo que Álvaro Abril a diseñado para formar y dar iconografía a nuestro Grupo Parroquial y a nuestra Asociación Juvenil.
La simbología que representa es la siguiente:
Este escudo se basa y estructura en dos pilares fundamentales, la representación iconográfica del patriarca San José y la vinculación con la orden agustina.
Desde hace siglos, el tema josefino ha gozado de gran predilección en el arte sacro al ser uno de los santos de culto más extendido entre los fieles cristianos. Tal difusión se lograría concretamente a partir de la época renacentista, gracias al papel de la Orden de los Carmelitas Descalzos, en general, y de Santa Teresa de Jesús, en particular; quienes, además de instaurar la famosa reforma carmelitana bajo su protección, potenciaron su papel de Padre de Jesús en la tierra y representación material del Padre Eterno.
anterioridad al siglo XVI, la figura de San José no había tenido apenas desarrollo iconográfico ni devocional en el mundo cristiano, y los escasos testimonios conocidos nos lo muestran casi siempre integrante de episodios del ciclo navideño como La Natividad de Jesús, La Adoración de los Pastores o La Huída a Egipto. Representativa de estos testimonios aparece la estrella de Belén centrada y en la parte inferior del escudo.
A partir de ese momento, y sobre todo en la expresiva etapa del Barroco, la fisonomía del santo patriarca sufre una drástica variación, pues de ser representado como un anciano, en el marco de una cronología poco realista, pasa a ostentar un tipo idealizado de varón adulto, en los años de plena posesión de sus fuerzas físicas e intelectuales. De hecho, varios estudios calculan que José podría haber tenido unos 30 años cuando se desposó con María.
La iconografía de San José suele ser simple y poco variada, pues aparte de su representación en los mencionados pasajes del ciclo navideño -a los que hay que sumar otros como el Taller de Nazaret, La Adoración de los Magos o la Sagrada Familia, junto con María y el Pequeño Jesús-, el simulacro más frecuente es el de San José portando al Niño en su brazo izquierdo, en su papel de padre protector y conductor, mientras en la mano derecha porta una vara obáculo con azucenas florecidas, su atributo tradicional que posee un triple significado y el serrucho por su condición de carpintero, la castidad del varón y la predilección de Dios para que San José fuese el esposo de la Virgen, según narraba el Profeta Isaías: "Y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una flor saldrá de su raíz" (Is 11, 1). La vara de azucenas es la recreación del santo en el momento que, convocado por los sacerdotes del templo para tomar esposa junto con los demás hombres solteros de la tribu de David, florece la rama y, de ese modo, es designado por Dios y reconocido como pretendiente de María.
En el caso que nos ocupa la imagen titular es la representación de San José itinerante llevando al Niño de la mano, insistiendo igualmente en su condición de maestro y conductor de Jesús en su más tierna infancia. En cualquier supuesto de la iconografía josefina, la figura del santo suele vestir ropajes de colores ocres y violetas, que simbolizan la duda y sus sufrimientos padecidos, respectivamente, y que dan fondo a las dos cartelas que escoltan el escudo de esta asociación juvenil, y en cuyo interior aparecen un barco, en representación de la imagen que acompaña en la salida procesional de cada mes de Marzo, la virgen en su agustina advocación de Consolación y correa, este último elemento también aparece en la parte inferior del motivo heráldico. En el otro óvalo o cartela se plasma la iconografía de San Agustín con el corazón traspasado y los escritos por la vinculación de la orden en la parroquia, de ahí que todo el conjunto quede enmarcado en el capelo obispal que posee el escudo de la orden de los padres agustinos.
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